viernes, 13 de julio de 2012

CAPITULO 2.

  Diez  y once minutos de la mañana. Laia apenas ha podido pegar ojo, tantos nervios no son lo mejor para descansar. Se levanta de la cama y se dirige hacia la cocina. Su madre se asombra al verla tan temprano. Está regando las plantas que hay en la ventana, y se gira.

 -Vaya, qué madrugadora, ¿no?
 -Sí, no sé, no tenía más sueño; anoche me acosté pronto.
 -¿No tenías más sueño, o estás nerviosa porque vas a ver a aquel chico del año pasado? Vaya miraditas te echaba...
 -¿Chico? ¿Qué chico? - Laia intenta hacerse la despistada, pero su madre no la cree - No sé de qué me hablas, mamá.
 -Ya... Bueno, desayuna que hemos quedado a las doce para ir a La Pesqueta a comer, y ya sabes que tenemos que recoger a tus primas antes. 

  Laia hace como que coge un paquete de galletas de la despensa, y se sube a su cuarto con una taza en la mano. Su madre le ha preparado una taza de leche con Cola-Cao, sabe que le encanta. 
  Una vez en su habitación, deja la taza sobre su mesita de noche y abre el armario. No tiene ni idea de qué ponerse, pero ahora que lo recuerda, el año anterior llevó una camiseta rosa y unos vaqueros, simplemente. Sí, pues eso hará de nuevo, tampoco se va a complicar la vida; si le tiene que gustar a Héctor, quiere ser ella misma, y por tanto, no quiere ir muy arreglada. 
  Saca del armario una percha con una camiseta de mangas cortas azul turquesa y unos pantalones vaqueros cortos rosa del segundo cajón. Eso será.
  Se va a sentar en su cama, pero justo en ese momento, un pitido la interrumpe; es un SMS. Es de Arturo: "Tenemos que hablar, es importante. Te quiero, Besos." Vaya, había estado tan entretenida pensando en Héctor y en cómo iba a ser este día, que ni siquiera se había acordado de él. ¿Qué querrá decirle? N tiene ni idea. Alomejor se lo ha pensado dos veces, y ya no tiene tan claro eso que le dijo ayer,eso que tanto llevaba esperando y que, ella misma, había dejado olvidado en estas horas, en un segundo plano. Pero bueno, ya lo llamará para saber qué es eso tan importante. Sinceramente, sentía intriga, pero no tanta como habría sentido meses atrás.

En ese mismo momento, en la ciudad de Laia.
  Arturo se está desesperando. No le responde, Laia no le responde. Bueno, tan solo han pasado siete minutos... alomejor ni lo ha visto. Lo mejor será que vaya a su casa a hablar con ella en persona. Sí, eso hará. 
  Sale de su habitación y baja las escaleras. Llega a la segunda planta y vuelve a bajar la siguiente escalera. La verdad es que los padres de Arturo eran bastante ricos, pero al chico no le gustaba que la gente lo supiera, pues pensaba que le trataría de otra manera, con vergüenza, con más respeto, o tal vez, se acercarían a él por conveniencia.
  Su hermana Paula está sentada en la mesa de la cocina, viendo la televisión mientras desayuna una tostada con mermelada, media manzana y un Cola-Cao. Arturo se acuerda de Laia, a ella también le gusta mucho el Cola-Cao. Suspira. Laia. La chica de sus sueños, a la que le confesó sus sentimientos ayer mismo, y que, para su sorpresa, le corresponde. Se siente feliz, pero algo extraño, porque después de ese momento no han vuelto a hablar, y ella no le ha respondido el mensaje. La echa de menos. En ese momento Paula lo ve.
 -¡Arturo! - grita la niña mientras corre hacia él - ¡Hola!
 Él la ha cogido en brazos y después, le ha dado un beso en la mejilla. No puede evitar soltar una carcajada cuando ve a su hermana tan sonriente, y con ese gran bigote de Cola-Cao.
 -Hola, princesa
 -¿De qué te ríes? ¿Tengo mocos en la cara? - dice la pequeña, que sin saberlo ha adaptado esa expresión a su manera. Su hermano mayor no puede evitar soltar una carcajada.
 - ¡Claro que no, pequeña! Anda, ve y límpiate la boca; la tienes manchada de cacao.
 -¡Ah, era eso! Mm... ¿te puedo contar un secreto?
 -¡Por supuesto! Dime, venga... - cuando el chico ve que la pequeña traviesa intenta darle un beso para mancharle la cara, la aleja rápidamente - ¡Hey, eso no es un secreto! 
Ambos ríen y Arturo abraza a su hermana pequeña. ¡Qué ideas tiene! La deja en el  suelo, se despide de ella y le lanza un beso en el aire. Paula salta pare intentar cogerlo, y cuando cree que lo tiene, lo guarda en el bolsillo imaginario de su camiseta de pijama, y sonríe.
  Arturo saca la bicicleta del sótano y sale a toda velocidad sin que sus padres lo vean. La casa de Laia está a diez minutos, pero por lo visto ella no. No hay nadie en su casa. Entonces lo recuerda, ella le dijo que iría a la playa tras acabar el segundo trimestre. Vaya, ahora no sabe hasta cuando no volverá a verla. Espera que sea pronto, menos de una semana, tal vez, o alomejor, todas las vacaciones. Pero no sabe que cuando vuelva a ver a Laia, ésta tendrá noticias para su amigo, y no precisamente buenas, para él.



1 comentario:

  1. aww,pobre arturo! jj pero laia deberia pensar bien las cosas , igual a hector no lo cnoce bien todavia, hay q ver q pasa

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