viernes, 6 de julio de 2012

CAPITULO 1.

Está nerviosa. Había pasado un año... ¡Puff..., pero si parece que fue ayer! Laia da vueltas de arriba para abajo: se sienta en su colchón, se levanta, en la silla, pone los pies en la mesa, los quita... no sabe en que postura ponerse. Es que está tan nerviosa... Mañana va a verlo de nuevo.
Hace un año que no ve a aquel chico, pero lo recuerda perfectamente, y también lo que pasó: llegó, como siempre, a aquel bar de la playa, al que iban a comer como todos los primeros días de vacaciones de Semana Santa, o al menos, desde que ella tiene memoria. Pero había algo nuevo: un chico. Un chaval de unos catorce o quince años, aproximadamente, la misma edad que ella; Héctor. Por lo visto, Héctor era hijo del los dueños del bar al que Laia y su familia iban todos los años a comer, pero fue  la primera vez que ella lo veía. Cuando llegó no se fijó en él, pero pronto y sin darse cuenta, estaba charlando con él, y con otro niño al que también conoció entonces. Éste chico, llamado Ismael, no le pareció tan atractivo, pero aun así creyó que sería un buen compañero para pasar el rato. 

Desde que empezaron a hablar, notaron cierta atracción entre ellos. Laia era entonces bastante más tímida que ahora, y como era de esperar, Héctor era más lanzado y desvergonzado. Éste trataba de entablar una conversación con ella, cuántos años tenía, donde vivía, que tal le habían ido las notas del segundo trimestre... pero Laia no quería. ¿De dónde habría sacado esa confianza?, ¡Pero que chico tan pesado!. ¿Pero por qué le sonreía tanto?, ¿y por qué le respondía ella con el mismo gesto? bueno...la verdad es que no es del todo feo, de hecho es bastante atractivo... ¿Pero qué está diciendo? Uff... está tan nerviosa que no puede evitar responderle de manera arisca y desinteresada, siempre le pasaba eso cuando conocía a personas nuevas.
Se aburrían, y decidieron los tres, hacer algo para pasar el rato. La aventura fue colarse en un garaje cercano al bar. Una vez dentro, se escondieron entre los coches y esperaron a que se cerrase la puerta automática. ¿Pero qué hacía allí con esos chicos?. La luz se apagó tras cerrarse la puerta. Laia no sabía qué hacer, estaba perdiendo el tiempo. "¿Jugamos a algo?", propuso Héctor, que no paraba de observar a Laia. Una indirecta bastante directa, pensó ella. La luz no se enciende, Héctor se le acerca demasiado y ella se pone nerviosa. Afortunadamente, aparece Laura, la prima pequeña de Laia, que pulsando un botón hace que se encienda la luz después de abrirse la puerta. 
La historia acabó ahí. Antes de irse, Laia y los chicos se dieron sus teléfonos móviles, y días después, Héctor pidió salir a Laia, aunque la cosa no fue muy lejos, ya que vivían muy lejos el uno del otro,y no pasaron de SMSs y llamadas. Aun así, se siguieron llevando bien, y quedaron en verse al año siguiente.

Sin darse cuenta, Laia no para de dar golpecitos con la punta del pie derecho en el suelo mientras recuerda aquel día. ¡Dios! Es tardísimo. Es viernes por la noche y todavía no ha pensado lo que va a ponerse mañana, no tiene ni idea, pero sea lo que sea, tiene que estar perfecta. Mañana por fin verá a su querido Héctor de el que tanto se ha acordado, del que no ha sabido nada el todo un año. 

Decidida, enciende su ordenador y teclea la contraseña para entrar en Vinte, una red social entre tantas otras. Entre todos los usuarios, busca a Héctor,al que no tiene agregado como amigo, porque cuando lo conoció, Laia no tenía perfil en Vinte, pero le pidió su nombre de usuario para que Sofía, una amiga suya, lo viera; y desde entonces recuerda perfectamente su nombre y apellido, pero no le ha mandado la petición para ser su amiga porque tiene miedo de que no se acuerde de ella y la rechace. Instantes después de pulsar intro, Laia se lleva una sorpresa... No se lo puede creer. Efectivamente, ha encontrado a Hector, pero al mirar la imagen de su perfil, ve una foto en la que aparece muy sonrientemente al lado de una chica rubia, y bastante guapa por cierto. ¿Será su novia?. No puede más con su intranquilidad, así que se decide por irse a la cama. Se pone el pijama, y no sabe si decepcionada o intrigada, se acuesta, esperando a que el nuevo día le de las respuestas que busca.

1 comentario:

  1. hola!!
    he comenzado a leer tu nove y se ve interesante, espero que si tienes tiempo te pases por la mia
    saludos :)

    ResponderEliminar